Impacto


El exmandatario niega que intentara fugarse: culpa sus actos a paranoia por medicinas y denuncia persecución política antes de entrar a prisión preventiva.

Grillete roto, excusas y celda

Bolsonaro asegura que no hubo plan de fuga cuando destruyó su tobillera electrónica, sino un ataque de “paranoia” y “alucinaciones” provocado por una mezcla de medicamentos.

Tras esa confesión, un juez del Supremo Tribunal Federal (STF) lo declaró reo de “riesgo de fuga” y ordenó su prisión preventiva, desterrándolo del arresto domiciliario que cumplía.

Las alucinaciones como argumento de defensa

El exmandatario, de 70 años, contó ante la jueza que había comenzado a mezclar medicamentos —pregabalina y sertralina— para sus problemas de salud, y que esa combinación le provocó un estado de confusión severa.

Según su versión, creyó que la tobillera alojaba un sistema de escucha, lo que lo llevó a intentar abrirla con un soldador. Negó tener intención de escapar, aseguró que no planeó huir —y que su reacción fue producto del “colapso” mental que sufrió.

Justicia cierra la llave: prisión preventiva confirmada

La corte evaluó que destruir el dispositivo de monitoreo constituye una violación grave de su régimen de arresto domiciliario —especialmente en un contexto en el que ya pesa sobre él una condena de 27 años por conspiración golpista.

Por unanimidad, los jueces resolvieron mantenerlo en custodia policial, rechazando de momento su defensa humanitaria y dejando en firme la orden de prisión preventiva.

Más allá del grillete: qué significa este giro para Brasil

Este episodio no solo hunde cualquier posibilidad de que Bolsonaro quede libre mientras cumple sus apelaciones, sino que también refuerza el mensaje de que el sistema judicial no tolerará violaciones a medidas cautelares, aunque las justifiquen alegatos de salud. Es un portazo definitivo a la impunidad bajo el argumento de fragilidad —y un aviso claro: la ley tiene la última palabra. 

Fuente: CDN

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